Esta historia les ocurrió a mis
amigos la cafetera y el frigorífico, espero que os guste. Nos encontrábamos en
la cocina de los Martínez como todos los días mis amigos y yo, el microondas. Nos
conocemos desde hace muchos años, veníamos de la tienda contentos y jóvenes con
ganas de trabajar para facilitar la vida a la familia. La cafetera hacía los
mejores cafés de toda la ciudad y el frigorífico era envidiado por todo el
vecindario ya que conservaba los alimentos frescos como el primer día. Hemos
pasado momentos importantes juntos porque en total nos conocemos desde hace
diez años, muchas navidades, cumpleaños, aniversarios, etc. El primero en
llegar fue la cafetera, tenía tecnología de última generación, con gran
potencia en los filtros y capacidad para hacer cualquier tipo de café. Al
principio era un poco tímido, no conocía al resto de los objetos de la cocina y
no hablaba mucho pero cada día iba cogiendo más confianza. Pasados unos días ya
era uno más, cuando no estaban nuestros dueños aprovechábamos para divertirnos.
A la cafetera la encantaba cantar y bailar, en estos ratos libres nos hacía
espectáculos en los que también participábamos y lo pasábamos muy bien. A los
cuatro meses vino un nuevo objeto a la casa, el frigorífico, a diferencia de la
cafetera era muy extravertido y enseguida cogió confianza. Le encantaba contar
chistes y hacer bromas a los demás, se pude pasar todo el día riendo, siempre
estaba feliz. Juntos éramos un buen equipo.
Con el paso del tiempo fuimos empeorando y envejeciendo. A la
cafetera cada vez la costaba más trabajo hacer café, al ver que no funcionaba
como antes su ánimo fue empeorando y terminó dejando de cantar y actuar para
nosotros. El frigorífico dejó de enfriar la comida y bebidas, se sentía inútil
y viejo. Antes siempre estaba riendo pero eso cambió, ya no gastaba bromas a
los compañeros y dejó de contar chistes, estaba triste. Yo me encontraba bien,
seguía trabajando aunque no era lo mismo que antes. Ya no éramos los jóvenes
objetos recién salidos de la tienda con ganas de comernos el mundo. A mis
amigos por desgracia les empezaron a fallar muchas piezas, no trabajaban bien y
temían ser tirados a la basura. Estaban asustados porque no sabían si iban a
perder a sus compañeros y terminarían en la calle u otra casa. Un día me
desperté y vi que no estaban. Desperté a todos los demás objetos y nos pusimos
a buscarles, pero no les encontramos por ningún sitio. Pasó una semana sin
saber nada de ellos hasta que una tarde trajeron a la cocina dos cajas. Resulta
que eran ellos, habían regresado a casa y estaban bastante cambiados. Yo y mis
otros amigos nos alegramos muchísimo ya que creíamos que no volveríamos a
verles. Enseguida nos contaron su aventura.
El día en el que desaparecieron los miembros de la familia Martínez les envolvieron y metieron en unas cajas. Les llevaron en coche a un taller cercano a la casa antes de irse a trabajar. Al principio no sabían que estaba pasando, se encontraban asustados. Se pusieron muy nerviosos porque no sabían a donde les llevaban ni qué harían con ellos. Además el coche se movía mucho y al estar encerrados en las cajas no podían salir, lo que les puso aún más nerviosos. Cuando el coche se detuvo respiraron y notaron como alguien les cogían. Estuvieron esperando aproximadamente dos horas sin moverse hasta que un trabajador abrió las cajas. Cuando salieron de ellas miraron a su alrededor y observaron que había múltiples herramientas de trabajo y trabajadores arreglando objetos. En ese momento se dieron cuenta que se encontraban en un taller. Primero les examinó un trabajador del taller mientras anotaba en una libreta los fallos que iba observando en ellos. Tras la revisión les llevó a una sala donde almacenaban muchos otros objetos. En esa sala estuvieron el día entero.
Al día siguiente a la cafetera le cambiaron los filtros y al frigorífico la bombilla que tenía fundida. Tras estos pequeños cambios ya se encontraban mejor y volvieron a llevarlos a la misma sala. Estuvieron tres días esperando a que vinieran las nuevas piezas al taller. Mientras tanto conocieron a muchos objetos que como ellos estaban siendo reparados. Hablaban de sus experiencias, se lo pasaban bien e hicieron nuevas amistades. Cuando las piezas llegaron se pasaron todo el día en la sala de montaje. Había muchas piezas que reemplazar y tardaron bastante. Cuando los trabajadores acabaron su jornada la cafetera y el frigorífico estaban muy cansados y se durmieron enseguida. Esa noche durmieron de maravilla y a la mañana siguiente para su sorpresa se encontraban con mucha energía. Observaron el cambio que habían dado. Ya no se encontraban cansados, funcionaban correctamente y de forma más eficiente. Al verse de nuevo así el ánimo les cambió por completo a los dos objetos. Por primera vez en mucho tiempo volvían a estar felices, la cafetera cantó y bailó de nuevo y el frigorífico volvió a contar chistes y gastar bromas. Este cambio también lo notaron sus compañeros del taller y se alegraron de verles animados y emocionados.
Al terminar con el proceso en el taller se despidieron de sus compañeros y al día siguiente la familia Martínez volvió a recogerlos. Para ellos fue una sorpresa ya que no sabían si volverían a por ellos o serían vendidos a otra familia. Esa misma noche mis compañeros y yo les preparamos una fiesta aprovechando que la familia no estaba en casa. Fue una noche inolvidable. La cafetera nos mostró un espectáculo increíble con danza y cante, volvía a cantar como los ángeles. Posteriormente frigorífico hizo un monólogo en el que todos nos reímos mucho. Para finalizar la noche nos reunimos todos los compañeros y les hicimos saber lo importantes que eran para nosotros y lo mucho que nos alegrábamos verles de nuevo sí de contentos. Terminamos todos abrazándonos. Ahora tienen muchas ganas de volver a trabajar. Esta experiencia les ha cambiado por completo, tanto físicamente como personalmente, ya que les devolvieron la ilusión. En la actualidad los cambios son visibles, trabajan con mucha más rapidez, son más eficaces y están felices.